BARÚ ESTA EN LA JUGADA

Un programa que beneficia a más de ochocientos vecinos de la isla, principalmente niños y adolescentes, comenzó en septiembre pasado y está dando sus primeros frutos. 

A la barulera Lidis Hernández Torres, de veintiséis años, le ha correspondido la labor de coordinar este esfuerzo de muchas manos e instituciones. Lidis se graduó de bachiller en Barú; como trabajadora social del Colegio Mayor de Bolívar, en Cartagena, y como especialista en gerencia de recursos humanos, en la Universidad Simón Bolívar 

Pero aunque su formación profesional la hubiera podido llevar fuera de la isla -como a tantos baruleros que han salido buscando un mejor futuro- para ella su tierra es su núcleo vital y aquí ha trabajado en diversos proyectos sociales y ambientales. Tanto, que ha formado su hogar al lado de René Vargas, “un barulero espectacular”. Viven en la Calle de la Cruz en Barú, junto a su hijo de dos años. 

El proyecto Barú está en la jugada beneficia a 525 niños: 80 de Ararca, 320 de Santa Ana y 125 de Barú. Además, vincula a 250 padres de familia y 50 líderes comunitarios. Simplificando mucho la idea, alguien diría que se trata de refuerzos escolares y deportivos, pero es muchísimo más que eso, como veremos.

Los niños realizan sus actividades de lunes a viernes, según su horario escolar; quienes estudian en la tarde, asisten de nueve de la mañana hasta el mediodía; y el otro grupo, de dos a cinco de la tarde. Por semana tienen dos entrenamientos, dos partidos y dos espacios pedagógicos. Los sábados se trabaja en el formato de semillero deportivo, para fortalecer a quienes tienen mayores habilidades 

La metodología le apunta al desarrollo de habilidades para la vida. Para lograrlo se trabajan los componentes deportivo, pedagógico y psicosocial; con los niños de ocho a diez años se desarrolla el currículo de convivencia y paz, y con los que están entre once y trece años, el de prevención de consumo temprano de alcohol. 

Habilidades insospechadas

Marlon Matosa Pérez es el padre de Margi Margarita Matosa Morales, de ocho años, quien estudia cuarto grado en la Institución Educativa de Santa Ana. Allí Marlon es docente de matemáticas, nombrado por el Ministerio de Educación. Dicta estadística, geometría y aritmética en séptimo, octavo y noveno”

Al comienzo del proyecto la encargada de Barú está en la jugada, llegó a casa de Marlon e invitó a la familia a hacer parte. “Decían que podían ayudar a los niños en actividades; lo pensé porque en la tarde ella se dedicaba a las tareas del colegio, pero me dijeron que podían colaborar también con ese tema”, cuenta Marlon.

“He visto gran interés por parte de ella y de otros niños de la comunidad. Les gusta mucho usar así sus tiempos libres, que antes no encontraban cómo ocuparlo. Ahora se dedican a algo productivo”.

Y en el camino descubrieron unas aptitudes que no sabían que Margi tenía. “Ella podía aprovechar también lo deportivo, y descubrimos que tiene cualidades para el kickball, un deporte que combina el softbol con el béisbol, además del fútbol. Ella descubrió eso en este proyecto, porque en estas comunidades es difícil que los niños y las niñas salgan al campo a jugar juntos”. 

“Ella misma dice -Papi, mami: vamos a Barú está en la Jugada–. Por eso la he dejado que siga. Las actividades no son todos los días, depende de cuánta carga tenga ella en el colegio. Por lo general va dos veces a la semana”. 

Para Marlon es motivo de alegría y agradecimiento, saber que Margi se está formando en este proyecto: “Margi necesita divertirse, aprovechar el momento y darse cuenta de sus competencias; estoy muy agradecido que formen, no solo a mi niña, sino también, a los niños y niñas de Barú”.

Más que deportes y tareas

“No es un proyecto de deporte sino que utiliza el deporte como medio”, precisa Maria Stephanie González, gerente de proyectos de la Fundación Santo Domingo en Barú. 

“Estábamos en medio de la pandemia cuando gestamos este proyecto. Las organizaciones aliadas estábamos muy preocupadas porque los niños estaban fuera de los colegios, propensos a diferentes condiciones, tentaciones y peligros que pasan en la comunidad y se nos presentó la oportunidad de esta metodología que busca fomentar habilidades para la vida y la toma de decisiones en los niños, niñas y adolescentes de la isla de cara a temas como el acercamiento temprano al alcohol y las drogas”, nos cuenta Maria Stephanie. 

“Para ello, buscamos ocupar su tiempo libre de forma divertida y por eso pensamos en el deporte como medio que les permita tomar decisiones más asertivas, empáticas con ellos mismos, sus vecinos y compañeros y que finalmente les aporte a su proceso de desarrollo” complementa.

En la parte pedagógica los niños reciben refuerzos de lectoescritura y un acompañamiento para desarrollar sus actividades escolares, a cargo de las pedagogas Luisa Arévalo y Carolina Barrios , de la comunidad de Santa Ana. 

“Buscamos que el mismo proyecto pudiera apoyar el acompañamiento pedagógico ya que a muchos padres se les dificultaba en medio de la pandemia porque debían salir a trabajar y los niños se quedaban en casa al cuidado de familiares o vecinos que no necesariamente los apoyaban en los temas pedagógicos, por eso, este componente también es supremamente importante” explica Maria Stephanie.

Más comunidad

En el desarrollo de las actividades, los mismos entrenadores deportivos, la coordinadora y el personal de la comunidad vinculado al proyecto, se fueron dando cuenta que los aprendizajes podían llevarse a otros espacios comunitarios. Eso dió pie para organizar el Festival del Marisco y otras actividades, donde los niños y sus familias ponen en práctica las habilidades aprendidas.

En el Festival del Marisco, afirma Lidis, se desarrollaron habilidades para la vida, el manejo de sentimientos, emociones y pensamiento creativo; de esa manera se creó un espacio donde las familias podían compartir, lejos de otros espacios que motivaban al consumo de alcohol. 

“Con estas actividades contribuimos a que los chicos no se sientan desplazados por sus padres en eventos como estos. Ese día participaron 414 personas de las tres comunidades, entre niños y padres de familia, además participaron 98 personas que no pertenecen a la isla de Barú”. Para el Festival del Dulce, los padres se unieron y prepararon recetas junto a sus hijos y compartieron juntos en la fiesta de Santa Ana. 

Cada mes, los padres participan de talleres que les permiten ir a la par con sus hijos. Y cuando las instituciones educativas identifican alguna problemática, Lidis se encarga de su atención: adopción, violencia intrafamiliar, abandono por parte de los padres, ruptura del tejido familiar por abandono, entre otras. 

Un año veloz

El cierre de esta fase inicial está programado para septiembre de 2022, pero la intención es darle continuidad. Pensando en eso, se capacita a líderes comunitarios en la metodología.

El impacto del proyecto en las familias de Barú es evidente: niños y padres tienen mejores comportamientos y comunicación, además de ser replicadores de esa formación en su entorno. La comunidad está agradecida de ver objetivos cumplidos y no verlos fracasar, nuevamente, por metodologías que no se ajustaban a su contexto, según describe Lidis. 

“Al inicio los niños solo querían jugar y ahora se han apropiado de las actividades. Me gusta ver a los padres más comprometidos; madres que han iniciado emprendimientos y mejorado la comunicación asertiva en sus familias. Todos participan porque quieren, no tenemos que darles incentivos ni donaciones. Los uniformes recién los recibimos y eso los hace sentir más identificados”. 

“Estos programas me gustan porque como padres queremos ver que los niños de estas comunidades aprovechan sus ratos libres, que se alejan de la calle, de las fiestas y el trago. Es pertinente que se siga llevando a cabo este proyecto”, concluye Marlon.

Recuadro

Barú Está En La Jugada, es una alianza de organizaciones que trabajan en la isla:

  • Consejos Comunitarios 

de Ararca, Barú y Santa Ana

  • Asociación Somos Barú
  • Fundación Hernán Echevarría 
  • Fundación Puerto Bahía 
  • Fundación Santo Domingo
  • Grupo Argos
  • La Fundación Colombianitos es el operador 

y aporta las transferencias metodológicas.

En el componente deportivo se trabaja de la mano con:

  • Club Deportivo Fundeiba, de Santa Ana
  • Fundación Deportiva Isla de Barú
  • Asoclub – Club Deportivo Asociación de Santa Ana
  • Asociación Deportiva de Barú 
  • Asociación Deportiva Real Star
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La Barulera

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