¡ECA! RECICLAJE EN BARÚ

En nuestra isla desde hace un año se viene consolidando un modelo en el que los vecinos se involucran con el tratamiento de las basuras, generan empleo, crean organización y contribuyen a mitigar un problema que, aunque está lejos de solucionarse, perfila un futuro en el que Barú brille por su manejo medioambiental.

La iniciativa nació del Comité Ambiental de Playa Blanca, conformado por ocho vecinos que son parte del Consejo Comunitario y comerciantes. Ellos estaban preocupados porque el crecimiento desordenado impactaba al medio ambiente. Tras ser un lugar idílico, Playa Blanca se estaba convirtiendo en un lugar lleno de desechos de los que nadie se hacía cargo. 

Empezaron a tocar puertas y acudieron al Grupo Argos para que los apoyara. Luego se integró Fundes, una organización internacional especializada y que asesora técnicamente el proyecto.  

“Inicialmente hicimos un proceso de formación con los ocho socios gestores, que duró alrededor de seis meses; ahí se formuló el proyecto, se caracterizaron los materiales en la zona de Playa Blanca y se determinó que sí era un proyecto viable”, nos explica Edinson Chaverra, a quien el Negocio de Desarrollo Urbano de Grupo Argos le ha encomendado la tarea.

Edinson es un administrador de empresas con veinticuatro años de experiencia en gestión social y responsabilidad social empresarial, en comunidades de Bolívar y Sucre. Su misión consiste en ayudar a que el proyecto quede andando en un plazo de tres a cinco años, con todos sus detalles técnicos y administrativos en orden y respetando las particularidades y autonomía de las comunidades, en cuyas manos quedará el proyecto en adelante.

  • De los ocho socios iniciales se pasó a una entidad formal, con 52 miembros asociados, casi todos nativos de las cuatro poblaciones de la isla, aunque con una mayoría de ararqueros. Cuatro de cada cinco son mujeres, la mayoría cabeza de hogar. En general no se dedican de tiempo completo a la actividad pero sí tienen una ocupación permanente. Hay otros más de cien recicladores ocasionales, que venden material pero sin un compromiso fijo.
  • La ECA Playa Blanca tiene su asamblea, su junta directiva, gerente y equipos de trabajo. Los recicladores son formalmente socios, pues es la figura establecida por ley para permitirle operar. A cada uno se le paga según su producción.
  • ECA es la sigla genérica que se le da a una Estación de Clasificación y Aprovechamiento. Oficialmente todas las empresas autorizadas de reciclaje deben llevar integrada esa sigla en su nombre. La iniciativa local se llama legalmente Asociación Estación de Clasificación y Aprovechamiento Playa Blanca Cartagena.
  • La ECA Playa Blanca creó un servicio público de aseo en la modalidad de Aprovechamiento, autorizado por la Superintendencia de Servicios Públicos de Colombia. Aunque su licencia le permitiría operar en toda la ciudad de Cartagena, su foco de atención es la isla de Barú. 
  • Una ECA no reemplaza a la empresa de aseo público ni es su objetivo. Se ocupa de la parte del reciclaje, que es una de las facetas del proceso de recolección de desechos. En Barú opera la empresa Veolia.
  • Al ser un servicio público todo está cobijado por normas y obligaciones. Hay facturas electrónicas, reportes y un sistema de información unificado. Eso obliga a las ECA a tener todos sus documentos en orden, llevar contabilidad, pagar impuestos y cumplir con los diversos deberes legales. 
  • Tiene una macro ruta que sirve a toda la isla. Opera diariamente con un motocarro que comienza en Ararca, pasa por Santa Ana, luego recoge en Playa Blanca, pasa por el Aviario Nacional y llega hasta la población de Barú, al final de la península. 
  • Unas micro rutas atienden las poblaciones donde funciona el reciclaje domiciliario; como Ararca y Santa Ana. En el poblado de Barú se está iniciando. En Playa Blanca, se hace un reciclaje de tipo comercial porque no están regularizados los servicios públicos, como en los otros tres pueblos, donde hay frecuencias, calles y sectores asignados a cada reciclador, que usa carreta o, si la calle no es muy grande, sacos.
  • En Ararca está la sede administrativa y la planta donde organiza y dispone el material para su posterior venta.
  • La ECA Playa Blanca ha recolectado 62 toneladas en su primer año de operación, recién cumplido. La meta inicial para unas cuentas equilibradas fue de diez toneladas recuperadas y comercializadas al mes. Ya están llegando a ese nivel.
  • Hoy la ECA es proveedora de Enka de Colombia, de la empresa Fibras y Papeles, con sede en Barranquilla, entre otros, y están avanzando para serlo también de  Peldar y Tetra Pak de Colombia. Eso mejora el ingreso pues se evitan los intermediarios.
  • También se le presta servicio a algunas empresas privadas y hoteles, como Calablanca o Las Islas. Allí hay puntos de acopio donde los recicladores están autorizados para disponer de los residuos, todo en cumplimiento de las exigencias ambientales y laborales. Este servicio les ayuda a los hoteles a bajar la tarifa de aseo, pues se les cobra por metro cúbico. 

De la red al reciclaje

Algunos pescadores se han sumado a la idea. Es el caso de Pedro Berrio, un ararquero de 56 años quien, en medio de tiempos difíciles, encontró en el reciclaje una oportunidad de generar ingresos adicionales. 

“La faena este año no ha estado muy buena. Ahora es más fácil conseguir residuos aprovechables que peces. Varios pescadores que vivíamos solamente de la pesca, hemos empezado a reciclar. Pescando llegan días que uno no consigue ni un solo peso, pero en cambio reciclando uno nunca se blanquea, siempre consigue algo”, explica Pedro.

La labor de Pedro es de gran impacto, porque con el reciclaje, contribuye a la limpieza de los cuerpos de agua; junto con otros pescadores, han logrado reciclar más de dos toneladas de residuos que provienen del mar. “Uno tira el trasmallo y además de pescado, consigue poncheras, tubos PVC, plástico, botellas, bolsos, sombreros, y cualquier cantidad de cosas que uno ni se imagina. Lo que es sucio para otros, para nosotros es un gran beneficio”, agrega.

Pedro dedica unos cuatro días a la semana a reciclar, pero en casa, es una cultura que ha apropiado toda su familia y es una tarea de todos los días. “Para mí, la ECA ha sido un progreso muy grande, me ha ayudado a mí y a mi familia”, concluye.

El impacto

En Ararca cada vez se ven menos materiales potencialmente reciclables tirados en las calles. Las personas de la comunidad, así no sean recicladores, suelen llevar directamente el material hasta la ECA. 

La población siente que algo ha cambiado. Una clave es que allí se hace educación ambiental calle por calle, casa por casa, con cada una de las familias, explicándoles la importancia y motivando a los niños que son los más entusiastas. “Con los adultos el cambio cuesta un poco más, pero sí se va dando”, dice Edinson. 

Pero a pesar de los avances no hay que llamarse a engaños: en Playa Blanca hace falta mucho por hacer respecto a las basuras. El reciclaje minimiza un poco la acumulación pero, como no es una zona consolidada no hay servicio domiciliario; todo se deja en un punto cerca de los parqueaderos, donde lo recoge el operador.

Los retos

Aunque genera ilusión y la ECA está ayudando a mitigar los problemas, apenas está en el comienzo del camino. De acuerdo al Plan General Integral de Residuos Sólidos de Cartagena (2016) solo un tres por ciento de las basuras se reciclan; el once por ciento se queda en las calles y caños de la ciudad; y el restante ochenta y seis por ciento va a los basureros. 

Es decir: hace falta mucho trecho para reciclar todo lo que se puede.

Por eso en la ECA no ven como competencia a otros negocios privados como Eco Barú, que tiene un punto de recolección en Santa Ana. Hay mucho espacio para crecer, ampliar el servicio y mejorar la cobertura. 

Las diez toneladas mensuales mencionadas arriba eran apenas la meta inicial. “Tenemos unas metas de crecimiento y ahora hay que hacer nuevas inversiones para mejorar el servicio, darle mayor valor agregado o beneficiar el producto para que cueste un poquito más y vendérselo directamente a la industria transformadora”, explica Edinson. 

Un reto hacia adentro es fortalecer la organización y que pueda andar sola a la vuelta de unos pocos años. Más aún teniendo en cuenta los niveles de formalización y organización que exige el hacer parte formal de los servicios públicos, donde hay que llevar cuentas rigurosas y unos sistema de gestión estandarizado.

Y esa formalización  suele costar trabajo en un escenario comunitario. “Es un proceso de mediano y largo plazo, porque no es fácil crear un gobierno corporativo donde haya pesos y contrapesos. La idea es que los vamos soltando en la medida en que ellos se van empoderando y demostrando resultados”, dice Edinson.

Otros procesos

En paralelo a la ECA en el último año se desarrolló otro proyecto llamado Barú Sostenible, liderado por las fundaciones Hernán Echavarría, Puerto Bahía y Santo Domingo, con Veolia como asociado para apoyar la comercialización. Se capacitó a veinticuatro recicladores a quienes se les dotó con uniformes y carretas, así  como un acompañamiento cercano. La clausura fue este junio y se les seguirá haciendo acompañamiento. 

Grupo Argos, en alianza con Cementos Argos y la Fundación Santo Domingo llevan adelante el programa Hogar Saludable, que hace mejoras de las viviendas principalmente en pisos, baños y cocinas. Aunque su foco no es el reciclaje, varios de los socios de la ECA han sido beneficiarios.

La Secretaría de Educación y Fundes tienen otra alianza por la que capacita a recicladores, con lectoescritura y primaria y el proyecto de certificar sus conocimientos como un curso técnico tipo SENA.

Posted in

La Barulera

Leave a Comment