UN CAMBIO DE MUCHO FONDO

Ocho iniciativas ambientales y comunitarias acaban de ser premiadas para ayudarles a construir el sueño de una isla más sostenible.

Barú Arte Natural

Gilson Altamar Payares piensa en grande: exactamente en un millón de corales. Y también en otros cien mil.

El millón es la cantidad de especímenes que se están terminando de sembrar en trece puntos específicos de Colombia con aportes de cooperación internacional. Barú Arte Natural se ocupa de la parte en Playa Blanca y Barú.

La labor requiere de mucha logística. Hay que alquilar botes y tanques de buceo y organizar de manera precisa las tareas porque cada inmersión dura cuarenta y cinco minutos. No pueden estar bajando y subiendo por temas de descompresión. Se requieren ocho jornadas al mes, dos por semana.

Lo que hacen en el fondo del mar es detectar corales dañados y decolorados. Una vez ubicado el daño deben limpiarlo y sembrar injertos sanos del mismo coral. Se trata de unos cinco fragmentos injertados a distancia conveniente para que al crecer renueven toda la zona afectada. Es como una cirugía repetida muchas veces.

Parte del proceso implica mantener guarderías tanto de mesa como de cuerdas sumergidas. El equipo de trabajo, con Gilson y José de la Cruz Gonzalez, se ocupan de esta especial jardinería.

El proyecto internacional termina este octubre. Al mismo tiempo, Barú Arte Natural tiene vocación de emprendimiento a largo plazo. Así que están constantemente buscando alianzas, oportunidades y convocatorias.

Recién ganaron una de Ecopetrol Emprende, que les permitió adquirir una planta eléctrica para trabajar con las máquinas micro fragmentadoras, también compradas con esos recursos así como instrumental especializado. 

Y también les fue concedido unos de los ocho estímulos de Un fondo para el cambio, de la Fundación Grupo Argos, que les permitirá seguir operando, pero esta vez no en función del proyecto internacional sino de uno más local.

“Tenemos la meta de restaurar en un año cien mil corales para trasplantar especies que formen una gran barrera coralina en la zona de Playa Blanca”, describe Gilson.

Por eso no hay que llevarse la idea de que el respaldo de estas convocatorias significa que el dinero abunde. Por el contrario, la gran meta cuesta 130 millones de pesos, así que Gilson y sus compañeros deben seguir pedaleando con empresas y hoteles del sector, que afortunadamente están siendo receptivos a sus ideas.

Parte de la propuesta para Un fondo para el cambio implica capacitar a treinta jóvenes baruleros en jardinería de coral, imprimir folletos para reforzar la socialización con turistas.

“Queremos que el turista llegue a Playa Blanca o a Barú con un atractivo distinto, que se sienta involucrado en la conservación e interactuar con los corales, fragmentar, extraer y pegar donantes. Incluso adoptar una familia de corales a la que le puede hacer seguimiento una vez regrese a su país”.

Barú Arte Natural

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CORAVES

El ave favorita del santanero David Daniel Ramos García es la guacharaca caribeña. “Me identifico con esa ave porque la escuchan, pero muy poco la ven. A veces llego a una parte y creo que no me conocen, pero ya saben de mí”, nos explica en su casa, donde hablamos del recién obtenido apoyo de Un fondo para el cambio.

La guacharaca fue el ave escogida como imágen de Coraves –Corporación de aviturismo de la isla de Barú- que hace un par de años fundó con otros siete nativos de Barú y a la que luego se unieron dos socios más. Fue el resultado de un taller durante la pandemia, organizado por Grupo Argos en el Aviario Nacional, que combinaba teoría y práctica en aviturismo.

Hoy David es su representante legal. Se graduó como bachiller de la Institución Etnoeducativa de Santa Ana y actualmente estudia en los últimos semestres de psicología en Comfenalco. 

“El aviturismo es más fuerte de lo que pensamos. Al comienzo nos sentábamos y lo explicábamos. Nos decían que estábamos locos de tanto andar cogiendo sol en las salidas de campo. Ahora algunos han averiguado en internet y constatado que sí tiene demanda en otros países”, prosigue.

En efecto, el avistamiento de aves es un tipo de turismo que está creciendo tres veces más rápido que el turismo estándar. Son viajeros mucho más conscientes de los temas ecológicos y ambientales, así como del respeto a las comunidades locales, que además les son necesarias para guiarlos hasta donde pueden ver las aves.

Coraves presentó una propuesta modelo turístico para ofrecer el servicio de avistamiento de aves, con recorridos en Santa Ana, Ararca y Barú, respectivamente, con paquetes turísticos distintos. Entreverado con el tema de fauna, se mezcla el ambiental y comunitario. “Detrás de las aves hay una historia que contar”, describe David.

Los recursos deben utilizarse en insumos y materiales, así que Coraves pidió elementos como binoculares, telescopio, guías impresas, uniformes y un computador.

Un ejemplo de recorrido puede ser el de Ararca, “comenzando por el propio pueblo y sus murales, yendo luego al canal Tucutucu y al playón de Coquito para observar las aves marinas, migratorias y endémicas; el tipo de manglares; y contar un poco la historia de nuestras comunidades, para terminar con una visita al horno de cal”. 

Instagram: @Coraves.baru

Facebook: Coraves.Barú

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Recuadro

Un fondo para el cambio

El objetivo de esta iniciativa de la Fundación Grupo Argos es promover la sostenibilidad ambiental y socioeconómica, a través de propuestas innovadoras que plantean las comunidades. 

Es la primera vez que se lanza en Barú, pero la Fundación  Grupo Argos lo ha desarrollado en Antioquia desde 2020, con dieciséis proyectos apoyados en Rioclaro y Santa Elena.

Se trata de generar capacidades de gestión en los líderes y organizaciones comunitarias para que impacten positivamente el territorio, a partir de la formación en temas de interés comunitario. También, contribuir con el financiamiento de propuestas alrededor de la bioeconomía o brinden soluciones alternativas a problemas socio ambientales.

La ruta comenzó con la invitación a  las Juntas de Acción Comunal, los Consejos Comunitarios, organizaciones ambientales, comunidad organizada, algunos emprendimientos y personas naturales de toda la isla.

Quince propuestas, todas ambientales, de Ararca y Santa Ana, comenzaron la formación presencial, en la que se adquieren competencias para pensar el territorio desde una perspectiva ambiental y en cómo su proyecto va a impactar a su comunidad. También se les dan claves para la formulación de proyectos, de liderazgo y participación ciudadana.

Tras esa fase pasaron propuestas formales para competir por la bolsa de recursos de ochenta millones de pesos, proporcionados por la Fundación Grupo Argos y el Negocio de Desarrollo Inmobiliario del Grupo Argos. 

Cada propuesta seleccionada recibirá entre tres y diez millones de pesos, según lo requiera cada iniciativa. Tienen entre seis y doce meses para ejecutarla. El  siguiente nivel es un acompañamiento hasta por un año adicional a aquellas iniciativas en camino de ser sostenibles. 

La meta es que estén capacitadas para participar en otras convocatorias ambientales y de economía verde, pues este tipo de proyectos se alinean con los Objetivos del Desarrollo Sostenible, en los que están comprometidas muchas instituciones alrededor del mundo.

Con información de Margarita Marcela Rodríguez, 

líder de estrategia de entorno y sociedad del Grupo Argos.

Posted in

La Barulera

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