B20: BARÚ SE ORGANIZA
Hace una década, un grupo de jóvenes baruleros aprovechó la implementación de la figura legal de los Consejos Comunitarios para generar una dinámica de organización que le dio un nuevo aire al liderazgo y a la manera de gestionar las necesidades de la población. Una memoria de aquel proceso.
Aunque fueron creados en 1993 por la Ley 70, para el año 2012 esa figura legal aún no se había desarrollado del todo en el corregimiento. Sí se había conformado uno en 2006, pero sus directivos, salvo Víctor Fuentes y Mariela Zuñiga, vivían en la ciudad de Cartagena. En la práctica, no funcionaba de manera permanente.
Ruby Arcila Valenzuela estaba recién electa como presidenta de la Junta de Acción Comunal (JAC). Había comenzado su “transformación de mujer sumisa a líder comunitaria” casi de la nada. Pasó de salir de la casa solo para llevar los niños al colegio, a terminar el bachillerato nocturno y a lanzarse “sin tener idea de nada”, pero entendiendo que se necesitaba un cambio en Barú.
Un día llegó una funcionaria del PNUD (Naciones Unidas) preguntando por los directivos del Consejo Comunitario. Solo Mariela Zuñiga, que también estudiaba en el bachillerato nocturno, estaba a la mano.
Querían hacer una reunión para explicarles sobre un diplomado en temas de liderazgo y ley 70, entre otros. Era exclusivo para directivos del Consejo, lo que excluía a Ruby a pesar de ser la presidenta del JAC y del Comité de Educación.
Al final, la ausencia de directivos sumado al interés y la insistencia de Ruby resultó en que la invitaron y le preguntaron si habría otros interesados. Dioris Pacheco, entonces inspector, dudó un poco al comienzo pero al final entró, junto con Mariela y otro par de vecinos.
Luego vino un segundo diplomado, promovido por ACDI VOCA y dictado por la Universidad Javeriana, enfocado en la figura de los Consejos Comunitarios. Fue la semilla de varios procesos. A Ruby y Dioris se les unió entonces Leonard Vallecillas, el secretario de la JAC. Así quedó establecido el trío que le dio el impulso inicial al B20.
“En ese diplomado también nació Mi Tambó, la asociación de consejos comunitarios de Cartagena. Estudiamos la estructura de los consejos, sus funciones y características, empezando por la manera de elegirlo no ‘dedocrática’, como se había hecho antes, sino democráticamente”, rememora Ruby,
Se venía la siguiente elección y el grupo inicial decidió jugársela para convocar a la comunidad y hacer pedagogía. “–¿Cómo hacemos para que la gente salga de su casa?-”, era su gran pregunta.
Lavinia Fiori, muy cercana a los procesos comunitarios en islas del Rosario les consiguió un recurso de un millón de pesos. “Los maximizamos. Hicimos talleres por sectores. Días antes íbamos casa por casa a invitarlos y les dejábamos unos ‘fichos’ para participar en una rifa. El millón se usó para comprar los regalos, de a cien mil pesos por sector; hacíamos Frutiño, que era lo más barato que había; y mandamos hacer empanaditas”, recuerda Ruby.
En los talleres motivaban a la gente para que se postulara. La estrategia resultó: hubo candidatos de todos los sectores, edades, hombres y mujeres, y ocupaciones distintas.
Decidieron que para el día de las elecciones había que hacer una jornada cultural. Con un apoyo de Puerto Bahía le dieron de a cien mil pesos a varias cocineras para que compraran ingredientes y vendieran sus platos; Charles King, el Palenquero Fino, les rebajó la tarifa a una fracción, para ayudarles; trajeron una cantadora del Pacífico. En fin, fiesta cultural y democracia en el mismo paquete.
Leonard recuerda que la policía ayudó toda la jornada y los profesores del colegio se encargaron de las mesas de votación.
El resultado: una convocatoria de más de seiscientas personas, algo que no ha vuelto a repetirse. Y el inicio de un proceso comunitario que ganó reconocimiento regional y nacional y en un referente para otras localidades. Una historia que merece contarse por aparte.
Los Consejos Comunitarios
son la autoridad étnica encargada de administrar los Territorios Colectivos de las comunidades negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras, según sus formas organizativas, sus tradiciones culturales y sus proyectos de vida.
También es su deber salvaguardar los ecosistemas y desarrollar sus prácticas productivas tradicionales con responsabilidad, asegurando la conservación ambiental de sus territorios
Son una organización reconocida por autoridades públicas nacionales y por entidades internacionales. Fueron creados por la Ley 70 de 1993 y reglamentados por el Decreto 1745 de 1995.
Esta ley tiene tres propósitos:
1) Reconocer a las comunidades negras que han venido ocupando tierras baldías de acuerdo con sus prácticas tradicionales de producción y su derecho a la propiedad colectiva.
2) Crear mecanismos para la protección de la identidad cultural y de los derechos de estas comunidades como grupo étnico
3) El fomento de su desarrollo económico y social, para garantizar que estas comunidades obtengan condiciones reales de igualdad de oportunidades frente al resto de la sociedad colombiana.
Fuente: Los derechos al territorio, a la identidad cultural y a la restitución de las comunidades negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras. Libro disponible en internet, realizado por Opción Legal, con la asistencia técnica y financiera de la ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados) y que ilustra sobre lo fundamental de este tema.
EL B20 original
Amaury de Ávila
Cruz María Hernández
Dianora Miranda
Dioris Pacheco
Dicky Pacheco
Diego Camargo
Eder Díaz
Enrique Villamil
Euclides Gómez
Federman Vargas
Geder Vargas
Ivonne Vargas
Laudith Hernández
Leonard Vallecillas
Mariela Zuñiga
Nacira Ballestas
Nilda Medrano
Ruby Arcila
Víctor Fuentes
Wilner Gómez
En aquella primera ocasión fue elegido Dioris Pacheco como presidente, por haber obtenido la mayor votación.
Con el tiempo alguno miembros se fueron retirando y quedaron 13 participantes, que se conocen como el B13, que sigue funcionando. A ellos se han sumado algunos jóvenes que se están formando como nuevos líderes comunitarios.
UN CAMBIO DE MUCHO FONDO
Ocho iniciativas ambientales y comunitarias acaban de ser premiadas para ayudarles a construir el sueño de una isla más sostenible.
MEJORAR LA VIVIENDA Y LA VIDA
Ciento cincuenta familias de Santa Ana y Ararca serán beneficiarias de mejoramientos de vivienda que, además, impulsan otros progresos para las personas.
Es una iniciativa del Grupo Argos y la Fundación Santo Domingo que va más allá de ofrecer una mejora material -bienvenida siempre- para integrarla con temas de empleabilidad y productividad.
AVES DE BARÚ
El libro Isla Barú Paraíso de Aves, producido por un gran equipo profesional, de la mano de las comunidades, acaba de ver la luz.
También es una aplicación de App Store y Google Play que contiene material gráfico, fotográfico y sonoro de alrededor de cien especies carismáticas, comunes, amenazadas y endémicas de Barú.
Martiniano Caraballo Meñaca
Nació en Bocachica, pero se crió en Cartagena. Vivió en Panamá y fue capitán de embarcación, ayudó a fundar el colegio Barbacoas y sembró familia y recuerdos en Santa Ana y Ararca. Hoy es consejero, crucigramista y el papá-abuelo de Matías.
CARBON AZUL… Y PARTICIPATIVO
¿Sabías que el mangle almacena diez veces más carbono que los bosques terrestres? Una iniciativa reciente enlaza nuestras comunidades y manglares locales con una solución al mayor problema ambiental del mundo. Las organizaciones Coopsana y Tuarisba, de Santa Ana y Ararca, fueron parte de un innovador proyecto de monitoreo local de carbono azul, que gestaron…
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