¿QUÉ CONTAMINA NUESTRA BAHÌA?

Parte I: Las fuentes terrestres

Una revisión profunda de las fuentes de contaminación de la bahía de Cartagena muestra una sorprendente variedad de causas que van desde fenómenos globales hasta otros extremadamente locales. 

En nuestra edición anterior comenzamos esta serie explicativa de la resolución 0848 de 2022, que en agosto pasado expidió  el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible “por medio de la cual se adopta el Plan Maestro de Restauración Ecológica para la Bahía de Cartagena”. 

El cumplimiento de ese plan maestro implica a autoridades de todo nivel, a las comunidades y actores privados y de lograrse significaría revertir en un plazo máximo de cinco años el deterioro ambiental de la bahía, que se ha acelerado en las últimas décadas. 

Por eso hay que conocer bien esa resolución, discutirla con las autoridades y velar porque se ejecute tal como lo ordenó la sentencia del Consejo de Estado que le dio origen.

La resolución se organiza en seis programas. En La Barulera profundizaremos en aquellos que tienen incidencia más directa para las comunidades de Barú y Tierrabomba. 

El primero de ellos es el  de Evaluación, prevención, reducción y control de fuentes terrestres y marinas, que se ocupa de diagnosticar y proponer soluciones para un exhaustivo listado de contaminantes y sus orígenes. En este artículo nos concentraremos en las fuentes terrestres de contaminación.

Los cinco impactos de base

La contaminación actual ocurre en un contexto de cinco grandes impactos ambientales previos que la resolución describe así: 

1. La construcción de la escollera entre Bocagrande y Tierrabomba (1768 a 1786) que impidió la circulación del agua de la bahía con el mar Caribe.

2. La apertura de la boca del Canal del Dique en Pasacaballos, en 1951, que cambió totalmente las condiciones de ecosistema marino de la bahía por un ecosistema estuarino, cambió la salinidad y agregó una alta carga de sedimentación desde el río Magdalena. 

3. El emisario submarino de Manzanillo, en la década de los 60, que por cuarenta y cinco años descargó allí las aguas residuales domésticas del cuarenta por ciento de la ciudad.

4. La industria asentada en la zona de Mamonal, donde predomina la petroquímica y la agroquímica, sin conexión al sistema de alcantarillado de Distrito y con incidentes de descargas de contaminantes por materia inorgánica a la bahía, incluso metales pesados.

5. Desde antes de los años 90, el arribo al puerto de buques que transportaban sólidos, líquidos o gases y hacían sus descargas de lavado de tanques y de agua de lastre directamente en la bahía sin ningún control.

Fuentes contaminantes terrestres 

Sector industrial

En el área de influencia de este programa existen 96 puntos de vertimientos que drenan hacia la Bahía de Cartagena. Parte de la complejidad es que su control corresponde a tres entidades distintas según donde se origine cada vertimiento: el Establecimiento Público Ambiental de Cartagena -EPA-,  Cardique o la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales -ANLA-. 

Sector turístico 

Las marinas, hoteles y actividades turísticas en la zona insular también ponen su parte en la contaminación de la bahía. “La explotación inadecuada de los recursos ambientales por el turismo intenso y el proceso exagerado de ocupación de la tierra ha provocado la degradación del medio ambiente. Aunque el uso recreativo de las playas tiene un alto potencial de generación de ingresos, puede causar daños al medio ambiente, como la generación de basura marina (…) que compromete la salud pública y la biota marina”, sustenta un anexo de la resolución.

En la zona rural -que implica a la zona insular- el problema se agrava porque solo el dos por ciento tiene alcantarillado. 

Canales pluviales

Las subcuencas Arroyo Bofo y Arroyo Grande cubren una extensión de 234 kilómetros cuadrados donde se sitúan la zona industrial de Mamonal, Pasacaballos y barrios de la zona urbana cartagenera, con un importante nivel de arrastre de contaminantes.

Canal del Dique

Estas aguas traen consigo los sedimentos arrastrados de los terrenos de la cuenca del Magdalena, que cubre el 25 por ciento del país y algunas de las zonas más deforestadas e industrializadas de Colombia. 

En promedio descarga cada día 2.000 toneladas de sedimentos a la bahía y con tendencia a crecer. Los sedimentos más gruesos se van al fondo, donde se acumulan y requieren frecuentes dragados para permitir el tránsito de buques. Los sedimentos menos gruesos se quedan suspendidos en las aguas superficiales, con toda la afectación en cadena para los ecosistemas marinos, empezando por el oscurecimiento de las aguas.

Los corales y pastos marinos de la bahía resultaron erradicados por este tipo de afectaciones y la concentración de oxígeno en la bahía es menor que el promedio nacional con lo cuál también bajan las especies que pueden vivir allí.

El Canal del Dique también transfiere a la bahía un exceso de nutrientes y materia orgánica. Elementos como el nitrógeno y el fósforo provienen de fuentes diversas de la cuenca del Magdalena, de las aguas residuales domésticas e industriales y de los fertilizantes para agricultura.

Estos nutrientes hacen crecer el fitoplancton y las macroalgas que compiten con los corales por agua y luz, además de producir esa consistencia verdosa que enturbia el agua y afecta el resto de la cadena biológica.

El flujo de sedimentos del Magdalena provoca la transferencia de los metales muy abundantes en las cordilleras de los Andes y explotados por la industria minera.

Cuando el mercurio -usado ilegalmente- y otros metales llegan al mar en cantidades excesivas presenta un riesgo para los organismos del ecosistema. En 2015 se encontraron concentraciones de cadmio, cobre y plomo en la desembocadura del Canal del Dique que superan el umbral máximo aceptado por la autoridad respectiva de Estados Unidos.

Sector residencial

Como ocurre con la zona industrial de Mamonal, algunos barrios adyacentes no cuentan con alcantarillado, por lo que muchos de sus habitantes vierten sus aguas residuales en los canales pluviales que drenan hacia la bahía. Se menciona a Membrillal, Policarpa, Villa Hermosa, Arroz Barato, Henequén, Antonio José de Sucre y San Pedro Mártir, aunque no podemos verificar en el momento de redactar este artículo si ya se han encontrado soluciones para algunos de esos sectores o no.

Un tema particular es de la isla de Tierrabomba, que no tiene ni acueducto ni alcantarillado. Un estudio de 2020 encontró que las aguas servidas se evacúan de las casas o bien directo a la calle o bien a pozos sépticos “los cuales presentan profundidades bastante someras y en contacto directo con el nivel freático de las aguas subterráneas, evidenciándose altos grados de contaminación microbiológica y fecal del agua”.

Alcantarillado distrital

Aunque el cien por ciento del alcantarillado de la ciudad está organizado de manera tal que las aguas sanitarias salgan correctamente hasta el emisario submarino, de manera puntual y por temas técnicos ocurre que algunas aguas no sigan ese curso establecido y terminen por desembocar en la bahía.

Vale anotar que en Cartagena la red de alcantarillado y la de recolección de las aguas lluvia son independientes.

Cuerpos de agua internos de de Cartagena

Basta mencionar la contaminación en la ciénaga de las Quintas detrás del mercado de Bazurto o el estrangulamiento del caño Juan Angola a la altura de Torices para pensar en cómo todos estos cuerpos de agua tienen unas problemáticas propias que a su vez terminan desembocando en la bahía. Además de ellos están las lagunas del Cabrero, Chambacú, San Lázaro y el caño de Bazurto, propiamente dicho.   

IMPORTANTE. La resolución y sus anexos están profusamente sustentados en estudios y diagnósticos, cuyas citas bibliográficas se omiten en favor de divulgar de manera didáctica los preocupantes hallazgos que allí se expresan con precisos indicadores, cronogramas, responsables y metas específicas. También aligeramos el lenguaje donde eso ha sido posible sin perder rigor técnico. 

Todos los datos concretos mencionados están incluidos en la resolución y sus anexos. No utilizamos ninguna fuente adicional para no generar márgenes de interpretación.
En nuestra próxima entrega: los contaminantes marinos.

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La Barulera

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