BARBACOAS: UN SUEÑO QUE SE VOLVIÓ REALIDAD 

En tres décadas se ha convertido en una referencia en Barú,con centenares de egresados tanto en bachillerato como en carreras técnicas. Más que respetado, es querido como parte del territorio.

Se llama Fundación Educativa Instituto Ecológico Barbacoas (FEIEB), pero ese nombre solo se usa para asuntos oficiales. Todos en el pueblo lo llaman el colegio Barbacoas, o más resumido, el Barbacoas. También saben donde queda; frente a la carretera principal, hacia la salida a Playa Blanca y el corregimiento de Barú.

En una edición previa Martiniano Caraballo, importante líder comunitario de Santa Ana y Ararca nos contaba los comienzos del Barbacoas. Alguna vez, caminando con Edgardo Pacheco, hicieron conciencia de que había muchos niños en la calle en horas de colegio.

Comenzó entonces un proceso para apoyar la institución oficial, con tropiezos y diferencias de criterio con su rector y los profesores. “Cuando nos volvimos a reunir los líderes les dije: –¿Y qué tal si le pedimos a la Fundación Santo Domingo un colegio?–”. 

Marciano Puche, quien dirigía entonces la Fundación, fue el mejor aliado. Con las idas y venidas habituales en estos procesos, por fin se puso en marcha el colegio, en 1997.

Pero su tamaño era menor que el actual. Cada que había que construir algún nuevo espacio Marciano -por la confianza que tenían en él Pablo Obregón Gonzalez y su hijo, Pablo Obregón Santo Domingo, directivos de la Fundación– lograba correr un poco más los espacios originales. Él sabía que no lo objetarían, al ver la tremenda utilidad de las obras y estar ante hechos cumplidos.

Una sola secretaria

Sandra Patricia Suarez ha formado parte del Barbacoas desde 1997. Recuerda personajes, anécdotas y la historia. Ella misma es uno de los personajes más queridos y respetados. Es la única secretaria académica que ha tenido el colegio.   

Aunque nació y creció en Turbo, su bachillerato y la técnica en secretaría los hizo en Cartagena. A los veintisiete años, una amiga le dijo que en un nuevo colegio de Barú estaban buscando una secretaría administrativa. Recién estaba en los primeros meses de crianza de su segundo hijo, pero vio la oportunidad de reengancharse laboralmente.

A su tercer hijo, nacido cuando ella ya trabajaba en Barbacoas, lo conocen como “El Ecológico”, en referencia a la vocación del colegio. Sandra estuvo cerca de renunciar, para dedicarle tiempo. “Pero la hermana Fanny me dijo: –No, señor. ¡Cómo se le ocurre! Traígaselo con usted– Y así fue como el primer año lo pude criar aquí”, recuerda. Su suegra le ayudaba entre semana en Cartagena con su hija de ocho años y el segundo bebé.

Fue de las que vivió de lunes a viernes en las casas que se adecuaron en el colegio, por la falta de una carretera permanente. “La fundación pensó en todo. Hizo diez casitas completamente dotadas, cinco de cada lado; en cada una vivíamos cuatro docentes o administrativos. Vivíamos muy armónicamente…. ah, ¡tiempos aquellos!”, recuerda, antes de enumerar las profesoras con las que convivió: Noris, Rosario, Rosa Puerta o la barranquillera Norsis. 

Los profesores contrataban una vieja camioneta Ford del señor Rico, para que los llevara el lunes muy temprano y los regresara a Cartagena el viernes a las dos de la tarde. “Esa familiaridad me enamoró del Barbacoas y me hizo quedarme”, dice.

También recuerda, de aquellos primeros tiempos: “Ver a esos niños que llegaban como despistados, desorientados, pero en los ojitos les brillaban las ganas de salir adelante, conocer cosas nuevas”. 

Y esos niños crecieron y se volvieron bachilleres, también tecnólogos, mientras Sandra Patricia veía crecer el tamaño, los alcances de la institución y el aporte de muchas personas que la enriquecieron.

1995

Comienza el sueño. Líderes de la comunidad le plantean a la Fundación Santo Domingo la apertura de un colegio distinto del oficial, para darle cabida a niños y niñas  sin cupo en la institución oficial.  

1996

Se construye de la mano de la comunidad en un terreno donado por Pablo Obregón González del Corral. El 28 de diciembre fue la inauguración formal.

Los cerramientos a media altura de los salones –o “de palito”, como los llamaban los vecinos– fueron de caña brava, con guayacán en la parte más estructural. También se usó jobo, dividivi, trupillo y totumo en la vegetación.

Al principio eran 12 aulas de clase, una biblioteca, un aula múltiple, un restaurante escolar, una sala de profesores y dos baterías de baños. Aparte, diez casas, para el personal que venía de Cartagena. También capilla y casa para las monjas. 

1997

Abre sus puertas, con la Hermanas Dominicas de la Presentación a cargo y como rectora la hermana Bertha Ligia Restrepo, reemplazada poco después por cuestiones de salud por la hermana Fanny de Jesus Hidalgo, quien marcó la primera época del colegio.

Se ofrecieron niveles de preescolar hasta sexto grado, en los que comenzaron 289 niños y 12 profesores. El modelo pedagógico inicial fue el de Escuela Nueva, un modelo rural colombiano con mucho reconocimiento internacional.

En junio comenzó la alimentación escolar, de la mano de Bienestar Familiar, por el bajo peso y la desnutrición de algunos estudiantes. Se comenzó con 56 estudiantes, privilegiando preescolar y a los que tenían que caminar largas distancias porque venían de fincas.

1998

Convenio con el Distrito.

2001

Inicia la educación media vocacional en articulación con el SENA.

2002

Se abrió el grado 11 y con él, al final de año se graduó la primera generación de egresados, 24 jóvenes en total.

2003

Convenio con Profamilia para prevenir el embarazo adolescente. “Después de las fiestas de Santa Ana las muchachas a partir de noveno no regresaban al colegio porque salían embarazadas”, recuerda una voz de la época.

2004

La hermana Fanny se despide del colegio, tras siete años en la rectoría.

2005

Comienza la media vocacional en Artesanías.

Se inaugura en Salón Baruana, para practicar danza contemporánea, de la mano del Colegio del Cuerpo.

2007

Las Hermanas Dominicas terminan su gestión al frente del colegio.

2008

Asume María Eugenia Puche como nueva rectora. Se instala internet para la comunidad educativa.

2011

Asume Magalis Colón Matorel, nativa de Santa Ana, como rectora, según lo previsto desde la llegada de María Eugenia Puche, quien contribuyó en su preparación para el cargo.

2013

Se cambia el programa de Prensa Escuela por el Plan Lector. 

2014

Comienza un profundo proceso de autoevaluación, dada la preocupación con los bajos resultados en las pruebas SABER, entre otros factores. Se contrató al experto Miguel Sánchez para este proceso, que empezó a implementarse al siguiente año.

2015

El proceso de reflexión conduce a la adopción del Proyecto Etnoeducativo Comunitario como eje pedagógico.

2016

Con la apertura del puente, los docentes que vienen de Cartagena pueden dormir en sus casas de la ciudad.

Inicia el Modelo Bioecológico, articulado con el Modelo de Desarrollo Integral de Comunidades Sostenibles, de la Fundación Santo Domingo.

2017

La Corporación Educativa Minuto de Dios se suma como asesora pedagógica.

El colegio logra su máximo puntaje en pruebas SABER, con 48,33 puntos, aunque con mucho espacio de mejora. Sin embargo, supera en diez y doce puntos a las instituciones oficiales de Santa Ana y Ararca, síntoma de que algunos procesos están funcionando mejor.

2018

La rectoría pasa a manos de Juan Vergara Díaz. 

2019

La Corporación Minuto de Dios asume como nuevo operador. 

2023

Alianza Educativa se vincula como operador del colegio, apuntando a la excelencia académica, con estudiantes que respondan a los desafíos y retos de su contexto, y que puedan acceder a la educación postmedia.  

Cronología adaptada del libro Isla de Barú. Historia, magia y transformación de Ararca y Santa Ana, publicado por la Fundación Santo Domingo en 2021, con aportes adicionales de Sandra Patricia Suárez.

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La Barulera

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