MARYS RODRÍGUEZ CARDALES

Con su Fundación Afro Luz de Vida de Barú busca mejorar la calidad de vida de más de doscientas personas con diversas discapacidades en Barú. Una vida dedicada a la salud y la comunidad.

“Soy nativa de Santa Ana, con mucho orgullo: mi atuendo, mi afro, mis colores, mi acento: todo muestra lo orgullosa que estoy de mi raza y de mi gente”.

Así se presenta esta mujer de risa contagiosa y liderazgo firme, que recién graduada del bachillerato estudió enfermería. Luego, al ver cómo evolucionaban las cosas, se dijo –Una enfermera en el futuro sin saber manejar el computador ¡no va!–. Así que estudió una carrera técnica en sistemas.

Más adelante, cuando vió que el liderazgo en salud comunitaria la obligaba a formarse mejor entró nada menos que a la Universidad de Cartagena a cursar la carrera de  Administración de Servicios de Salud. “Tenía que tener conocimientos de gestión y de estrategia para sacar adelante los proyectos”.

A eso hay que sumarle todo tipo de diplomados y cursos presenciales y virtuales en salud, liderazgo, salud comunitaria y ambiente. 

Pero ¿para qué formarse tanto?

La respuesta corta es que Santa Ana, y por extensión, Barú, lo necesitan. Hace falta puestos de salud y hasta un hospital, sí, pero también líderes comunitarios y personal capacitado que sepan gestionar. Desde muy joven Marys quiere responder en ambas categorías.

Lo primero fue participar del Comité Comunitario de Salud de Santa Ana. “Hacíamos caracterización, jornadas de salud con el DADIS, vacunación: una serie de actividades dirigidas a la salud pública, a la prevención y promoción de la salud de mi gente santanera. Muchísimas actividades”.

“Pero en la medida que íbamos trabajando nos dimos cuenta de que había un grupo de personas vulnerables que no eran tenidas en cuenta, casi abandonadas: aquellas con discapacidades”.

Hay desde niños hasta ancianos; hombres y mujeres; desde enfermedades del sistema nervioso hasta las personas amputadas por accidentes de pesca. Las necesidades también son diversas: uno necesita muletas; otro, bastón y uno más, silla de ruedas. Uno necesita soporte alimenticio especializado; otro, seguimiento psiquiátrico; aquel niño, material de estimulación.

Buena parte del tiempo se le va en tocar puertas a empresas privadas, aliados, a los Consejos Comunitarios y a las fundaciones que operan del territorio; en escribir proyectos y correos. “La Alcaldía ayuda un poquito, pero hace falta mucho más”, dice Marys. 

Marys es madre de tres hijos, ya grandes y profesionales. “He hecho un buen trabajo como madre. Tengo valores que vienen de los ancestros”, se enorgullece.

“Además fui madre comunitaria,  trabajé con varias EPS y con el Combas de Santa Ana he participado en cuanta emergencia, tanto de incendio como de inundaciones ha habido. Son más de 30 años trabajando por la salud de los santaneros”, resume.

¿Su próximo paso? Abrir una Institución Prestadora de Salud -IPS- en su casa, que también es la sede de la fundación, frente al colegio Barbacoas. “Siempre encaminado a mi gente bella de Santa Ana. Ningún proyecto es fácil, ni de un día para otro, pero lo vamos a lograr”.

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La Barulera

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