NUESTRA HISTORIA DEL CANAL DEL DIQUE

Nos ayudó a definir como isla y territorio; cambió y aún hoy está rediseñando de manera silenciosa el paisaje de la bahía de Barbacoas; modificó la salinidad y el color de nuestro mar. Entender este límite con la ciudad urbana es también entender más a fondo al propio Barú.

Por eso importa. Porque el Canal del Dique ha marcado –en lo bueno y lo malo– la evolución de Barú, sus poblados y sus gentes. Y lo seguirá haciendo. 

Comenzamos una serie para entenderlo mejor y contarlo desde la perspectiva de Barú. Su historia general –que implica a diversas poblaciones de Atlántico y Bolívar– ya ha sido contada de manera panorámica, como un todo. Pero vale la pena una historia más concentrada en Barú: cómo era esa parte del territorio, qué se perdió, que se sumó, cómo afectó esta obra que en realidad suma varios tipos de proyectos e intervenciones.

No existe, hasta donde sabemos, ese relato. Vamos a aportar hechos, datos y cronología que den luces para que la comunidad y sus historiadores más cercanos la acrecienten y le den el valor que tiene en su tejido histórico.

¿Qué es el Canal del Dique?

Es la conexión acuática entre el río Magdalena -la gran artería fluvial del país- con Cartagena. La desembocadura natural del río está en Bocas de Ceniza, en Barranquilla. 

¿Y siempre fue así?

No. El Canal del Dique tal como lo conocemos hoy –ancho y bastante recto- es el resultado de diversos dragados y rediseños que comenzaron justamente hace un siglo, en 1923. Los detallaremos más adelante. Antes, desde la Colonia, se hicieron diversas obras que le dieron su primera forma, que distaba mucho de la actual.

La comunicación acuática original entre la bahía de Cartagena y el río Magdalena se daba mediante caños, canales y ciénagas diversas, en un sistema geográfico muy disperso. Es decir: no había una sola ruta evidente y natural sino una de red de cuerpos y cursos de agua.

La historia del Canal del Dique es la evolución, por mano del hombre, de aquella conexión natural y difusa, hasta la que conocemos hoy: directa y expresa, con todas las consecuencias —positivas y negativas– que ello trajo.

¿Y por qué se abrió el Canal?

El Canal del Dique no fue algo fortuito. Estaba en las estrategias de los españoles y del conquistador Pedro de Heredia, que necesitaba de esa conexión para cumplir con los compromisos que había contraído con la Corona Española, en su capitulación de agosto de 1532. 

Para 1533, los españoles sabían que había una vasta cantidad de ciénagas entre el mar Caribe y el río Magdalena, en los actuales departamentos de Magdalena, Atlántico y Bolívar. Ya habían encontrado una conexión desde Santa Marta, por Pueblo Viejo, al norte.

Por eso sospechaban que al sur, del otro lado de la desembocadura en Bocas de Cenizas, podría haber otra conexión. Pero no estaban seguros. Siempre era preferible una comunicación interna por aguas tranquilas, que hacerlo por las bravas aguas del mar Caribe, con sus fuertes oleajes y vientos.

Descubrirla significaba poder aprovisionar a la nueva ciudad con alimentos y productos de la región tanto en el día a día, pero también –y muy importante– en caso de asedio militar, una posibilidad bastante real y que había que calcular. 

Porque en mente tenían las riquezas en metales y piedras preciosas del interior del continente no solo de la actual Colombia, sino hasta Perú, cuya conquista había comenzado unos años antes (1524). Creían que el Magdalena podía ser la vía más rápida para extraer los recursos que vinieran de allí.

¿Qué había entonces en Pasacaballos?

El canal recto y ancho que vemos hoy al pasar el puente en Pasacaballos no existía, por supuesto, a la llegada de los españoles. 

La península de Barú estaba integrada con el resto del continente y en aquellas extensiones habría caños y pequeños cuerpos de agua que conectaban a las bahías de Cartagena y Barbacoas. Así como aún puede verse en lo que queda de la tupida red de conexiones entre los diversos cuerpos de agua alrededor de Cartagena y por extensión, en muy diversos lugares de nuestra geografía Caribe: mucho mangle y vegetación, canales de poca profundidad, lagunas más grandes o más pequeñas, que varían de extensión y profundidad según la época del año.

En particular,  en ese punto y sus alrededores estaba el estero de Pasacaballos. En geografía, un estero designa a diversos fenómenos que en general son muy zonas amplias y de aguas bajas.

¿Cómo comenzó todo?

Pedro de Heredia venía preparado. En Santo Domingo –hoy República Dominicana– había mandado construir una fusta, que es una nave de fondo bajo, pensada expresamente para internarse por esos cuerpos de agua donde las grandes naos no podían entrar.  Junto a ella, iban otras canoas de fácil maniobra.

Entre las distintas exploraciones que hicieron, la del flanco sur los llevó relativamente pronto a la conexión con el Magdalena en Calamar. Se tiene constancia de que los indígenas de Mahates los recibieron de buen agrado y al parecer les señalaron la cercanía de aquel gran río.

De regreso de esa expedición fundó Mahates en 17 de abril de 1633. Seis semanas después, el 1 de junio, fundó Cartagena. 

El descubrimiento de esa ruta por Pedro de Heredia semanas antes de fundar a Cartagena fue una razón de peso para ubicarla donde está hoy: en una bahía bastante bien protegida, donde se podía construir una buena fortaleza, y conectada con las tierras más interiores mediante aquella tupida red acuática. Era, además, una ruta segura y bastante discreta. 

¿Cómo era la ruta?

Saliendo desde la bahía de Cartagena se surcaba en paralelo a lo que hoy es Mamonal, se pasaba el estero de Pasacaballos, la bahía de Barbacoas, se giraba al este para entrar por las bocas de la ciénaga de Matuna; luego, con rumbo norte por la ciénaga de la Cruz se llegaba a Mahates. Hasta ahí era navegable todo el año. En época de lluvias se podía llegar por agua hasta Calamar. En verano, Mahates era el punto de transbordo para seguir por tierra hasta el Magdalena.

¿Isla o península?

Geográficamente Barú es –o, para algunos, era- una península. La Real Academía de la Lengua la define como:  Tierra cercada por el agua, y que solo por una parte relativamente estrecha está unida y tiene comunicación con otra tierra de extensión mayor.

Es decir, Barú hacía parte de la masa continental. Pero hoy el Canal del Dique y el brazo Matunilla le marcan un límite acuático que se puede interpretar que la separan del resto de la masa continental.

Hoy los baruleros se refieren al territorio como una isla y en general ese es su sentir y su manera de relacionarse con el espacio. Faltaría ver si ese mismo sentimiento era el de los primeros pobladores y cómo eso ayudó a formar la cultura local. Eso sí, un sentimiento de aislamiento y lejanía de la ciudad parece haber existido siempre.

¿Por qué era importante en la Colonia?

En sus primeros tiempos, la ruta de lo que después se llamaría el Canal del Dique servía para llevar carga ligera hasta el Magdalena. La carga más pesada tenía que ir por Bocas de Cenizas para remontar el río hasta Honda y de ahí subir en lomo de mula hasta Bogotá.

Ampliar y consolidar aquella naciente ruta interna resultaba crítico porque muchas veces se gastaba más tiempo entre Cartagena y Bogotá que entre Cartagena y la propia España.  Con bastante suerte se llegaba al altiplano en sesenta días. Bajar esos tiempos de viaje y traslado de bienes de ida y vuelta resultaba una ganancia de tiempo, costos y oportunidad.

Además, por supuesto, es que por esa vía interna venían no solo alimentos, materias primas y materiales de construcción sino los demás productos y riquezas que se pudieran extraer de aquella vasta región, incluso mediante la violencia contra las poblaciones autóctonas.

NOTA: Esta serie de artículos divulgativos se basa en la consulta de muy diversas fuentes documentales, la mayoría artículos y libros académicos, demasiado extensa para citar aquí. Quien se interese puede escribir a [email protected] para profundizar al respecto.

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La Barulera

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