MUJERES AL MANDO EN ARARCA

La Junta de Acción Comunal de esta población de Barú está compuesta solo por mujeres. Las hay jóvenes, casi adolescentes, y las hay abuelas, todas comprometidas con el progreso de su población, una con necesidades y retos que no dan más espera.

Podría sonar cursi o cliché, pero no en este caso. Ellas ponen por delante que primero fueron y son amigas; luego, mucho después, vino lo de la Junta de Acción Comunal.

“Nosotras veníamos haciendo reuniones, caminábamos por Ararca, hacíamos visita; hasta que un día la señora que tengo aquí al lado (Berlis) dijo: –Vamos a lanzarnos a la Junta de Acción Comunal– y todas dijimos: –Bueno, vamos pa’ encima de una vez– y enseguida lo armamos, gracias a Dios, hasta que se dio”, cuenta Magerlis, una de las dos delegadas.

Fueron elegidas como única plancha, en un gesto de confianza del pueblo hacía ellas. “Somos un grupo de mujeres hermosas que queremos sacar adelante a Ararca con la ayuda del Gobierno y todo el que venga a darnos una mano”, dice Magerlis, que además tiene el rol informal de ser la del sabor y la carcajada que se escucha hasta la otra cuadra.

Hablamos con todas ellas una tarde de noviembre, sentadas en la terraza de Berlis. Muchas risas, bromas y gestos de  amable complicidad entre ellas. Se nota el gran ambiente y la confianza que se tienen. La plana mayor está compuesta por mujeres que, aunque se vean jóvenes, ya son casi todas abuelas. Y una generación nueva, de casi adolescentes, que les están siguiendo los pasos.  

Casi todas nacidas y criadas en Ararca; menos una, la presidenta: Berlis Caraballo Serrano.

En Ararca hay muchos Villeros, Hernández y Arévalo, como se puede ver en la plancha de la JAC (recuadro). Son los apellidos de los fundadores; el pueblo es tan reciente que los abuelos de más edad fueron la primera generación nacida y crecida aquí. 

Entonces ¿de dónde viene el apellido Caraballo de Berlis? De los Montes de María, de donde llegó como desplazada por la violencia hace muchos años, con tres hijos que sacar adelante y un marido con el que se separaron pronto. Llegó primero a Santa Ana, donde vivía un familiar; luego a Playa Blanca, donde vendió refrescos jalando un viejo carrito que le regaló alguien; y finalmente en Ararca.

“La verdad que estoy muy orgullosa de mi comunidad, porque yo me siento ararquera al cien por ciento, así sea adoptada: me siento de aquí, negra y por eso mismo me identifico como afro. Ya tengo todas las costumbres. Me gusta la champeta; digo ‘awei’ y ‘mírala ve’, tengo muchos dichos de acá; y bueno, la verdad que sí, esta es mi tierra en todo sentido”.

¿Qué necesita Ararca?

Cuenta Mirama, la otra delegada: “A mí me tocó ver a Ararca cuando los niños y niñas caminábamos en calzoncillos o panty por el barro, pasando hambre, pidiendo en la carretera para poder comer. Me tocó vivir esa historia. Era la época de las casitas de boñiga, es decir mierda de vaca y tierra. Vivíamos del cultivo y de la pesca; de la patilla, del melón, de la yuca, El papá mío pescaba y con lo que él traía de pescar, por ejemplo mil pesos, teníamos que comer todos en la casa”.

Hace apenas cuatro o cinco décadas Ararca era una sola calle salpicada con casas aquí y allá. La vía hacia Cartagena era una trocha que se enlodaba y atollaba los carros en invierno. ¿Puente? ¿Cuál puente? A Pasacaballos se iba en chalupa y ahí se tomaba un transporte a la ciudad.

Así que el trazado actual, la energía eléctrica, el agua de grifo, las casas mejoradas, el pavimento o la institución educativa Ararca han sido logros recientes. Pero aún falta mucho por hacer.

Un ejemplo pequeño: “Estamos mal con esta calle, a veces tenemos pena cuando viene visita, se han caído muchas personas la han hospitalizado, la han enyesado”, dijo Magerlis, media hora antes de que quien esto escribe se resbalara y fuera a dar al piso a unos metros de allí, después de que le insistieran que caminara por la acera.

El asunto es este: Ararca no tiene alcantarillado pero sí pavimento en algunas calles. Se supone que el alcantarillado va primero, pero hay que hacer excavaciones que son muy costosas y estas tienen que conectarse a una red de aguas negras todavía más costosa. Hasta ahora no ha habido dinero en Barú para esa obra urgente.

Hacer la vía de concreto resulta más barato. Pero en su momento habrá que romperla para meter la tubería. Por ahora, muchas aguas servidas fluyen por la vía y generan un verdín y una nata que son las causantes de los resbalones, las fracturas y las hospitalizaciones.

Y así con lo demás: se necesita centro de salud, un hogar para la tercera edad, alguna sede comunitaria o al menos un espacio deportivo bien acondicionado. Y todo cuesta dinero y gestión.

Un libro sucio

Para empujar todos esos sueños tenían que comenzar casi desde cero.

“Cuando empezamos, la verdad lo que conseguimos fue un libro sucio solamente con unos cuantos afiliados. Nada más”, dice Berlis. El punto es que por ley las JAC deben tener varios libros registrados, como el de Actas, así como el Registro Único Tributario -RUT-, la personería y una cuenta bancaria para poder ser contratados.

“¿Por qué nos hemos puesto las pilas en esa forma? Porque queremos tener la representación para ayudar a la comunidad. Con eso listo lo que necesitamos es oportunidades y gestión” agrega la presidenta. Esa formalización les puede ayudar a traer recursos, porque las JAC, en general, no tienen un presupuesto de alguna fuente fija; todo se gestiona y se busca, sea con los gobiernos nacional o local, con las entidades públicas o privadas. Los bazares y las rifas ayudan a temas puntuales, pero los proyectos importantes requieren también recursos importantes. Y eso implica formalidad, requisitos y contratación con todos los requerimientos de la ley.

Les ilusiona el empuje que el actual gobierno nacional les está dando a las JAC y su capacidad de ejecutar en lo local. Ya tienen muy cerca 300 mejoramientos de vivienda, provenientes de un programa del respectivo ministerio nacional. “Esperamos que en enero 2024 ya se le pueda dar inicio”, dice Berlis. Ararca tiene unos 400 hogares, así que de concretarse esta iniciativa le cambiaría la cara.

“Nuestro sueño es que Ararca tenga un cambio para mejor; que tenga alcantarillado; unas calles lindas que no tiene ahora. Nosotras sabemos y confiamos en Dios que va a ser otra Ararca. Eso es lo que estamos gestionando y yo sé que mediante Dios se nos va a dar”, dice Magalis, la vicepresidenta.

Ella misma recuerda que el 4 de febrero cumplirán dos años, del periodo de cuatro para el que fueron electas. Les quedarán otros dos para dejar semillas concretas de ese sueño comunitario que se gestó primero y antes que nada en un grupo de buenas amigas.

Presidenta

Berlis Caraballo Serrano

Vicepresidenta

Magalis Cervantes Villero

Secretaria

Lucina Hernández

Fiscal

Luzney Villero Arévalo

Tesorera

Oliberta Díaz Villero

Delegadas

Mirama Morales Arévalo

Magerlis Villero Pacheco

Vocales

Uneivis Garcia

María Díaz Castro

Dianis Morales Hernandez

Comité Salud

Camila Varela Caraballo

Comité Educación

Fabiola Hernández Villero

Comité Recreación y Deporte

Yarelis Villero Arévalo

Posted in

La Barulera

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