PESCADORES DE MANGLE

En Santa Ana y Ararca dos organizaciones comunitarias trabajan con la Fundación Grupo Argos para restaurar sistemas ecológicos de manglar en la península de Barú, en una iniciativa que conjuga lo local y lo global.

El mangle es un tema local porque un ecosistema más sano significa más peces, pues los manglares son sus guarderías naturales, además de sitio de anidación para aves, protección costera y mucho más. También es un tema comunitario, porque fortalece a las organizaciones locales y genera algunos ingresos para quienes los siembran y cuidan. Al mismo tiempo es global porque entra en el mapa de las acciones para mitigar los efectos del cambio climático.

En ambas localidades se siembra mangle rojo, negro, blanco y segovia, que son las especies que se dan de manera natural en Barú, cada una con sus características y su  función ecológica. De ellos el mangle rojo es el más extendido y el que más se siembra.

Se pueden tener dos ciclos de siembra al año. Los factores clave son el crecimiento de las plántulas en el vivero y las temporadas de lluvias, que dictan los momentos óptimos para sembrar en el sitio definitivo. El año pasado la recolección  de semillas comenzó en marzo y las plántulas estuvieron listas para su siembra entre agosto y septiembre. En este 2022 ya están listas para ser sembradas en la temporada de lluvias y se espera tener otro ciclo en el segundo semestre, sembrando en octubre o noviembre. Por cuenta de esta iniciativa, en Barú se podrían sembrar unas sesenta mil plántulas este año.

En Santa Ana

El vivero de mangle en Santa Ana está a media cuadra de la plaza principal. Al doblar la esquina se encuentra un puerto de lanchas protegido por un bosque de mangle y otras especies. Para llegar al vivero hay que cruzar unos tablones apenas sobre el agua y que son la entrada para llegar al reservorio de plántulas.

“En algún momento, con los otros compañeros nos hicimos esta pregunta: ¿Si estamos entrelazados con esta naturaleza y con estos cuerpos de agua por qué no hacemos un proyecto medioambiental? De ahí nació este vivero de mangle y el trabajo para recoger plástico y basura en el agua para llevarlos a los sitios idóneos de reciclaje”, relata Bartolomé.

“Tenemos en cultivo todos los tipos de mangle propios de la región y lo que hacemos es detectar los cuerpos de agua que están escasos de ellos y los sembramos. En total serían unas veinticinco hectáreas. Tenemos un acuerdo con la Fundación Argos para hacer una buena siembra en las bocas del Estero, donde ya adecuamos el terreno”.

En Ararca

“En la Corporación Social y Turística Tuarisba al ver que nuestro ecosistema de manglar se estaba deteriorando vimos la necesidad de sembrar mangle. Gracias al apoyo de Argos, principalmente, y de otras organizaciones comenzamos este gran proyecto que es el primer vivero de mangle en la comunidad de Ararca.  En la primera instancia sembramos diez mil ejemplares de mangle rojo”, explica Juan Carlos Cuadros, el joven líder de esta iniciativa.

“Para sembrarlos escogimos el playón de Coquito porque es nuestra zona del proyecto de ecoturismo y de avistamiento de aves. Cuando comenzamos a sembrar llegaron a anidar aves que antes eran de la zona, pero que por cuestiones del cambio morfológico del sistema se habían retirado. Con eso tenemos un plus para mostrarle a nuestros visitantes. Ahora tenemos garza real, garza nocturna o espátula rosada que son de esa área”

“Las personas involucradas han sido madres cabeza de familia, pescadores, señores de la tercera edad, principalmente en la recolección de las semillas en el mismo ecosistema del manglar. La semilla del manglar es una punta que flota en el agua: tras recogerlas se seleccionan las que están buenas de otras que tienen polillas o en malas condiciones. Después comienza el proceso de sembrado en el vivero”. 

“La primera siembra en terreno la hicimos con plántulas de entre 35 cm a 45 cm. Desde la primera siembra hasta ahora han pasado varios meses y se nota bastante porque el mangle rojo tiene la característica de crecer rápido. También estamos tratando de sembrar mangle negro, blanco y zaragoza; pero son más difíciles de germinar. Estamos pensando en hacer un laboratorio donde podamos germinar para ver las mejores tácticas para sembrar. Escogimos el rojo porque, además, es un generador de playa, sedimentos y es la primera barrera natural de los ecosistemas y las orillas del mar”.

“El playón de Coquito es una zona donde hay muchos mangles muertos, que estaba desgastada por el efecto del cambio climático y, a veces, por la mala disposición de las personas de la comunidad. Ha sido un proceso de capacitación y concientización de no arrojar basura y no contaminar, de una conciencia ambientalista por preservar y recuperar esa zona”.

“La primera siembra fue el año pasado, a finales de octubre y principios de noviembre; esa siembra se realizó con aproximadamente quince personas, entre ellos padres y madres cabeza de familia de la comunidad de Ararca. El trabajo parte desde lo voluntario, pero a través del vivero se generan unos ingresos y con eso se les pagan jornales a las familias que hacen parte del proyecto, tanto en la siembra como en la recolección”.

Ahora están plantadas unas veinte mil plántulas, con lo que ya se dobló la producción del año pasado. En esa misma vía, Juan Carlos estima sembrar entre cuatro y cinco hectáreas, dependiendo de las condiciones climáticas. En 2021 en Ararca se sembraron 2,5 hectáreas.

“Asociado a este proyecto tenemos un componente con los niños como guardianes ambientales: una generación a la que una vez por semana les estamos enseñando el cuidado del medio ambiente, los manglares, las iguanas, y todas las especies que rodean el ecosistema. Les pasamos videos ilustrativos, hacemos lúdicas y caminatas por los senderos y los manglares para que ellos sean los futuros líderes en ese proceso”.

www.tuarisba.com

250 mil plántulas

Andrés Contreras, de la Fundación Grupo Argos, nos amplía el papel de esta organización en la reforestación con mangle que se realiza en Barú. “Tenemos un modelo integrado de restauración de ecosistemas en diversos puntos del país. Uno de ellos está en Barú, focalizado en la restauración de manglar y que al mismo tiempo contribuye a fortalecer al tejido comunitario y a las organizaciones de pescadores”. 

La fundación, explica Andrés, tiene como meta nacional para este 2022 sembrar un millón y medio de árboles, de los cuales doscientos cincuenta mil serán mangles, sumando el proyecto de Barú y el de Punta Barbacoa, en la parte continental de Bolívar, frente al Parque Nacional Natural Corales del Rosario y casi en los límites con Sucre.

En Santa Ana su aliado es la cooperativa de pescadores Coopsana, a cargo del vivero y que realiza la siembra en la bahía de Barbacoas. También hace un trabajo con el colectivo Mujeres Ambientalistas en la sensibilización de los niños para que tengan un acercamiento con el vivero. En Ararca trabaja de la mano con Tuarisba, la organización dedicada al turismo sostenible.

El año pasado la meta fue de ciento cincuenta mil mangles sembrados en ambas locaciones. Al final se llegó a ciento ochenta y tres mil. De ese total treinta mil plantas correspondieron a Barú, una cifra se aspira a duplicar en este 2022. “La idea es continuar con el proceso pues hace parte de un proyecto macro a nivel nacional llamado Sembrando Futuro. Tenemos una visión a largo plazo de estos procesos y la idea más adelante es llevarlo a temas de bonos de carbono azul porque al final esto significa una mitigación del cambio climático”.

“Somos conscientes de la importancia que tiene la rehabilitación de este ecosistema tanto por temas climáticos como por su importancia en el proceso de pesca. En Coopsana quienes participan son pescadores y su motivación inicial era muy clara por la relación de que a mayor mangle, mayor captura de peces y salud del ecosistema. En Ararca participan algunos pescadores conscientes de esta correlación”.

“En Barú, además de este proyecto tenemos una mesa de trabajo  con la Fundación Santo Domingo donde articulamos diferentes acciones. Y hemos tenido un programa de educación ambiental llamado Verde Vivo. Es posible que este año entremos en un tema de fortalecimiento de organizaciones sociales, en concordancia con el trabajo de los colegas del Grupo Argos, que llevan tres años contribuyendo con esos temas en la región”.

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La Barulera

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