¡TENEMOS PEMP BAHÍA!
La ‘norma de normas’ recién aprobada por el Consejo Nacional de Patrimonio Cultural regulará en adelante la herencia defensiva colonial que quedó dispersa por toda nuestra bahía. Y eso significa muchísimo más que murallas y vestigios materiales.
Su nombre completo es largo: Plan Especial de Manejo y Protección -PEMP- para el Paisaje Cultural y Fortificado de Cartagena de Indias. Y aquí las palabras importan mucho. Hay bastante por destacar, pero para comenzar nos concentramos en cinco aspectos.
ES PAISAJE
Este será el segundo PEMP de Paisaje Cultural en Colombia. El primero es el del Paisaje Cultural Cafetero. En aquel no se trata de proteger el cultivo del café en sí mismo, sino principalmente toda la cultura social y ambiental que se generó alrededor suyo.
De manera similar, este PEMP va más allá de los fuertes y baterías -que son lo más visible del patrimonio material- para ocuparse del entorno que hace un todo con ellos.
Paisaje significa la fauna, como los murciélagos de los fuertes de Bocachica, que parecen ser una especie que solo vive allí; la vegetación propia de la bahía, con los mangles como protagonistas habituales; o el agua que al mismo tiempo que significa pesca y vida, pero también es sinónimo de riesgo para las obras militares patrimoniales por el aumento del nivel de las aguas.
ES CULTURAL
Desarrollar un PEMP así implica entender que el sistema fortificado no nació solo sino por seres humanos con su historia y patrimonio inmaterial. Los actuales Barú y Tierrabomba no se pueden explicar sin la presencia afro que se trajo como mano de obra esclava, pero que aquí se quedó y formó una cultura propia y mestiza, con su gastronomía, sus tradiciones y su organización social.
Es entender el papel de ambas -Barú y Tierrabomba- como proveedores de la ciudad, con sus hornos de cal, sus cultivos y pesca que iban directos a los mercados; el eslabón que fueron en el contrabando que burlaba las leyes imperiales; el orden gremial de los militares y artesanos que las construyeron.
También es entender cómo quedaron relativamente abandonadas tras la Independencia y desde los márgenes construyeron unas comunidades con una identidad propia y que al mismo tiempo alimentaron la cultura popular de la ciudad.
Pero sobre todo, es entender que cualquier acción debe integrar a la comunidad viva y actual, y a la manera como ella se relaciona con el patrimonio material y ambiental.
ES BAHÍA
Este PEMP no cobija al Centro Histórico o al castillo de San Felipe, pues estos tienen un contexto fundamentalmente urbano y sus propios retos, que deben abordarse bajo una mirada distinta. Por eso tienen su propio PEMP, que se integrará al de Paisaje Cultural Fortificado en un solo instrumento de gestión.
Esto implica que la bahía y su patrimonio han sido analizados con un enfoque particular y adaptado a ella. No queda, como hubiera podido pasar, como un capítulo menor de otro instrumento legal. Esto le da a las comunidades una gran herramienta para hacer parte de cualquier iniciativa al respecto, para participar y proponer.
ES INTEGRAL
Desde el prediagnóstico, en 2018, se entendió que tenía que engranar muchas piezas: patrimonio material e inmaterial, lo comunitario, lo ambiental, el espacio público asociado al paisaje, la memoria, puesta en valor y difusión del patrimonio, entre los elementos principales.
Pero también es integral en lo normativo. Al ser una norma de nivel superior, todas las demás deben atender a ella y conciliar su alcance. Eso implica que instrumentos legales de planeación y gestión como el Plan de Ordenamiento Territorial (POT), el Plan Maestro de Manejo Ambiental, el Plan de Ordenamiento Marino Costero, entre otros, deben articularse necesariamente con el PEMP en todo lo que tenga
que ver con el Paisaje Cultural Fortificado.
NO SOLO MURALLAS
Que el PEMP no sea solo de ‘murallas’ -como solemos decirle de manera genérica al sistema de fortificaciones- implica que no son solo los fuertes y baterías sino la infraestructura que los hizo posibles, como los hornos de cal desperdigados en Barú y Tierrabomba, los aljibes o los vestigios de obras coloniales.
Un documento de difusión del Ministerio de Cultural lo ha definido así: “Este paisaje cultural reúne un amplio territorio de la ciudad: zona norte, bahía interior, isla de Tierra Bomba y la isla de Barú; sobre el conjunto de estructuras de defensa; la red de caminos militares; centros de producción y las poblaciones en torno a los Bienes de Interés Cultural del ámbito nacional que conforman el patrimonio cultural mueble, inmueble, inmaterial y arqueológico”.
En las siguientes ediciones de La Barulera publicaremos diversos artículos que profundizarán el alcance de este PEMP fundamental para el futuro de la bahía y sus territorios.
LEONARD VALLECILLAS LIDERAZGO EN BARÚ
Es uno de los principales líderes del poblado de Barú: tiene visión, ideas muy articuladas y una vocación sin límite por conseguir avances para su comunidad.
BARÚ A LA U
Los jóvenes de Santa Ana y Ararca cuentan desde el año pasado con un programa que los ayuda a prepararse para el ingreso a la universidad y a escoger su vocación. Ya se están recogiendo los primeros frutos
¡BENDITA EL AGUA!
La relación de estos territorios con el líquido vital ha sido muy compleja. Se vive rodeado del agua de mar, pero conseguirla potable y corriendo de una llave -como en el resto del Distrito- parece una tarea de titanes que aún no se consigue del todo.
EMIRO DÍAZ: DE LA CULTURA TAMBIÉN SE VIVE
Bailarín en primer lugar, pero también influenciador en redes sociales, emprendedor y gestor cultural. Este hijo adoptivo de Ararca llegó para quedarse y ser uno de los motores de la comunidad. Esta es su historia.
NUESTRAS FIESTAS Y FESTEJOS
Barú y Tierrabomba son territorios alegres y muy fuertes culturalmente. Entre la devoción religiosa, los santos patronos, el oficio de la pesca y la tradición musical transcurren las celebraciones más importantes del calendario.
BATERÍA DE SAN ÁNGEL SAN RAFAEL
Fue el último eslabón del candado militar de Bocachica. Este guardián desde lo alto del cerro del Horno, o la Popa, como le llaman en el pueblo, estuvo oculto por la maleza por mucho tiempo, hasta su restauración magistral en los años 90.
BOCACHICA
Una comunidad fuerte, centenaria, que nació por la disciplina militar y artesanal de la Colonia; que fortaleció su cultura y su identidad cuando la isla entró en una penumbra histórica; que pocas décadas atrás conoció el esplendor de ser la playa más deseada y la del comercio de vajillas y contrabando. Hoy de vuelta, siempre digna y en pie, se debate entre el abandono estatal y la capacidad de sus habitantes de salir siempre adelante.
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