DÉCIMAS CON SABOR A MELAO

El nombre de Medardo Romero Paez se le quedó únicamente para la cédula de ciudadanía. En Cartagena, donde lo han escuchado muchas veces, y en los pueblos del gran Bolívar lo conocen por el sobrenombre.

Le pusieron Melao desde bebé, en Marialabaja. “Soy de esas personas dulces, que no tienen nada amargo”, dice mientras aguarda en el Centro de Vida de Caño de Loro, donde la Secretaría de Participación Social le está entregando mercados a los adultos mayores.

Melao llegó al reparto con la mujer que hace 59 años se lo trajo enamorado desde Venezuela. Ana Carmela González, nativa de Caño del Oro. Él no conocía y le estaba yendo mucho más que bien allá, en los años cincuenta y sesenta, con un bolívar fuerte, que aquí alcanzaba para mucho.

Allá se había ido buscando futuro después de haberse hecho un hombre en su natal Marialabaja y en Pueblo Nuevo.

Llegó sin documentos. En el Catatumbo y en el Zulia trabajo en la demarcación y el cuidado de grandes tierras para gente importante de aquella región y cuyos nombres recita hoy con mucho orgullo. “Tuve la grandiosa suerte de tener personas que confiaron en mí, como Jesús María Fernández, gerente de la lechera que fue como mi padre o Daniel Gutiérrez, que era compadre del presidente Jaime Lusinchi. Nunca me faltó una medicina ni nada de lo necesario”.

“En Venezuela vendí una casa que tenía en una buena parte. Con los cincuenta y cinco mil bolívares que me traje compré mi casa; la lancha, que me costó cuarenta y tres mil; el motor, otros cuarenta y ocho mil; puse a estudiar a mis hijos; y todavía me quedó plata”.

“Yo fui el primero que puso una lancha aquí. Diga que yo lo dije. Antes para navegar a Cartagena se hacía en bote de vela y canalete”. Él mismo manejaba su lancha y con ella siguió prosperando. Pudo comprar un terreno donde todavía cultiva y de donde ha sacado quintales de frijol zaragoza, limones y muchos otros cultivos que se la dan bien. “Soy agricultor y cuando estoy trabajando también estoy componiendo en la cabeza”.

Recogiendo caraotas
hago mis composiciones
y grabo las lindas canciones
que a todo el mundo le gustan
yo no grabo una maluca
porque todo es sentimiento
y recogiendo caraota
es cuando Melao está contento

“Uno es de donde le vaya bien”, dice. Así que Caño del Oro lo ha tratado magníficamente, pues nunca ha querido irse y ya no lo va a hacer. Aquí crecieron y han permanecido sus siete hijos: los seis que tuvieron con Ana Carmela y el que ella traía cuando se conocieron.

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La Barulera

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