TESTIMONIOS ENTRE LAS PAREDES

La batería de San José se asienta en un islote solitario que se recorre en lo que se canta una canción. Allí debían permanecer por largos períodos las tropas coloniales. También albergó a presos políticos, empezando por los próceres Antonio Nariño y Antonio Ricaurte.

¿Qué pensarían estos hombres en las interminables jornadas pasadas en un sitio donde hay muy poco por hacer salvo labores de intendencia y mantenimiento? Con pigmentos minerales y grafitos fueron dejando testimonio de su paso por esos muros. Dejaron pintadas imágenes religiosas, navíos pequeños, una gran nao de tres palos con todo su velamen desplegado, siluetas de hombres y mujeres con trazos casi infantiles y otros un poco más elaborados, textos sueltos, grandes inscripciones rodeadas de arabescos, trazos que parecen firmas, iglesias y casas. Toda una representación de su mundo interior, de sus añoranzas y del poderoso paisaje que tenían enfrente.

Hoy, unos pequeños murciélagos parecen haberse adaptado al ambiente casi cavernoso de las bóvedas del San José. La humedad no viene solo del subsuelo. Las filtraciones desde arriba forman manchas de humedad dentro de las bóvedas. El espejo de agua empozada entra hasta ellas. Como es sabido las paredes absorben y la humedad va subiendo por capilaridad. Un verdín de hongos se ha estado consolidando y en otros sitios la salinidad del agua va formando costras y estalactitas.

Lo que esté por debajo de una cota de unos noventa centímetros ya se puede dar por perdido. No se sabe cuántos dibujos y escrituras hay o cuántas hubo exactamente, pues eso requiere un proceso arduo de levantamiento sistemático de información, que hasta ahora no se ha dado.

El restaurador Salim Osta Lefranc, fundador del Grupo Conservar, conoce estas expresiones de arte mural desde los años 80, cuando era un muchacho que trabajaba en turismo, antes de emprender la vocación que ha definido su vida. En los últimos tiempos ha estado atento a estas imágenes en su papel de experto en patrimonio mueble para la fase de diagnóstico del Plan Especial de Manejo y Protección (PEMP) del Paisaje Cultural y Fortificado de la Bahía de Cartagena. Su diagnóstico personal es una alarma para actuar pronto.

“Estos dibujos y escrituras representan la vida cotidiana. Eran como el cuaderno de los habitantes de ese gran fuerte. Ahí plasmaban todo lo que veían. Son importantes porque son como un libro abierto de la vivencia de ese momento”.

“En los años 80 estaban en otro nivel de conservación y hoy en día presentan un franco mal estado. Hay muchos faltantes, falta de adherencia de los dibujos, también filtraciones. Como al fuerte San José ya no va nadie, eso contribuye a que el aumente el deterioro. Para la escuela la Escuela Taller como custodio del inmueble es muy difícil tener toda la capacidad y el presupuesto porque las soluciones de fondo cuestan mucho”.

“La prioridad ahora es la investigación sobre cada uno, documentar y hacer las mejores fotografías posibles, como se hizo en San Fernando, con fotogrametría. También hacer un inventario exhaustivo y un mapeo para ubicarlas. A partir de ahí armar un lenguaje, un relato sobre estas expresiones. Por supuesto que sería muy recomendable hacer una intervención directa, pero eso es muy costoso por los problemas de base que sufre el fuerte, como el alto nivel freático, las algas o las nubes de sales en las paredes que van haciendo opacar y perder la pintura”.

“En resumen, la recomendación técnica es insistir más en la documentación que en la restauración antes de que se pierdan. Se ha registrado y se ha investigado mucho más lo que hay en el fuerte de San Fernando, que hasta tesis de grado tiene. La preocupación que he manifestado en todas las instancias es que estamos ante un escenario de pérdida irreversible”.

Nota: la nomenclatura de la arquitectura militar colonial estaba bastante desarrollada y compleja. La tipología del San José encaja con una batería, que es el término que se ha preferido aquí. También se ha popularizado el término Fuerte de San José, equiparándolo con el de San Fernando. Incluso el gran historiador Donaldo Bossa Herazo clasificó ambos como “castillos”. No es solo una discusión semántica sino de conocimientos bastante técnicos, que se puede extender por muchas páginas, pero que aquí se utiliza de una manera general.

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La Barulera

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