HISTORIA BREVE DE BARÚ Y TIERRABOMBA

Primera parte: los orígenes

La historia de la Cartagena insular merece un capítulo aparte. Comenzamos en esta edición un relato actualizado, de la mano de Rodrigo Alfaro, el historiador que hoy por hoy tiene la visión más completa sobre este tema.

La tiene porque fue responsable de construir esa historia para el diagnóstico del Plan Especial de Manejo y Protección (PEMP) del Paisaje Cultural y Fortificado de la Bahía de Cartagena. Ese diagnóstico, en el que participaron profesionales de muy distintas áreas y se realizó con muchas consultas a las comunidades, recién culminó y está en fase de revisión final.

Así que Rodrigo tuvo que acudir en estos últimos años a todo tipo de fuentes, cotejar versiones y desempolvar documentos para componer un relato lo más ajustado posible a los hechos. En adelante la voz de este artículo es la suya, en un tono coloquial y para un público más amplio que el del sólido documento académico e institucional que estuvo bajo su cargo. Un agradecimiento a él por su generoso tiempo para nuestras entrevistas y preguntas posteriores.

En su libro Cartagena Indígena, el profesor Ubaldo Elles identifica todos los caseríos o pueblos aborígenes alrededor de la bahía. Por ejemplo, tenemos a Matarapa, más o menos donde está Pasacaballos; los Cospique, donde hoy es El Bosque; Bajaire, que es toda la península de Barú y que era uno de los cacicazgos más fuertes; los Carex, en Tierrabomba; los Canapote, en el único barrio que aún conserva el nombre indígena; o los Tesca, en la actual ciénaga de la Virgen.

Estas tribus tenían una estratificación social en la que las cabezas más visibles eran los Calamarí, los Carex y los Bajaire. Todas estas tribus eran Mocanaes, un término que acuñó Gerardo Reichel-Dolmatoff. Luego fueron llamadas tribus “concheras” porque recolectaban peces, conchas y cangrejos. De todo eso quedan unos yacimientos enormes de conchas, por ejemplo en Manzanillo. No es casualidad: ahí se ubicaron por mucho tiempo y dejaron su rastro.

Estas tribus eran de los mejores navegantes de la Amerindia, según dicen antiguos investigadores. Eran buenísimos para construir embarcaciones y hoy ese arte sigue representado en Barú o Tierrabomba. En la Cartagena de entonces, rodeada de aguas, ciénagas y caños, naturalmente tenían que moverse en embarcaciones. ¿Qué tal un intercambio comercial entre los Bajaire y los Canapote? Para ello utilizaban cuerpos menores como la ciénaga de las Quintas o el caño Juan Angola. Por eso no andaban en vela, propia del mar abierto, sino en remo.

Había un intercambio cultural y económico constante entre las aproximadamente veinte tribus del territorio que hoy conocemos como Cartagena de Indias. Era común que tuvieran diferencias con otras tribus, como los Mocanaes de Turbaco o los Malibues, de Turbana, pero en general vivían en una paz cotidiana.

El choque de dos mundos

Los españoles deambularon por el territorio varios años antes de 1533. El choque cultural con los indígenas fue muy fuerte. En parte porque una clave de la mentalidad de los conquistadores era que la ‘pacificación’ de los territorios dependía de qué tan agresivos se mostraran porque eso les enviaba un mensaje a los siguientes rivales. Por ejemplo: dicen algunos libros que Heredia envió una avanzada a Tierrabomba para hacer la paz con los caciques Piorex y Curirix, pero estos los esperaron con guerreros armados con lanzas y flechas. El resultado fue una matanza de españoles.

Luego los españoles organizaron un ataque con casi todo el poder bélico que tenían. El resultado fue terrible para los indígenas: unos doscientos hombres muertos en combate. El cacique Carex terminó rindiéndose. Esto fue en los primeros años, período que los historiadores han llamado ‘La Conquista’. La noticia les llegó a los Bajaire, al frente, en la actual Barú. Cuando los españoles se trasladaron hasta allí, como relatan los textos antiguos, fueron recibidos en paz.

Pero, siguiendo un patrón común en el resto del continente, la población indígena disminuyó muy rápidamente: las enfermedades para las que nuestros nativos no estaban preparados cegaron muchísimas más vidas que las armas. Para comienzos del siglo siguiente, un setenta u ochenta por ciento de la población indígena había sido disminuida y otros se escapaban a tierras más inhóspitas.

La ciudad que no existía

El territorio conocido como Cartagena de Indias se empezó a formar desde 1533, que hoy se da como la fecha de fundación de la ciudad. Pero la verdad es que hasta 1542 Cartagena era un puerto de poca importancia. Ya veremos las razones por las qué casi de un año a otro la ciudad tomó una relevancia inusitada.

Pero primero hay que aclarar un malentendido. Es un error decir que la ciudad se fundó en 1533. En ese año se estableció como un puerto. La cédula real que la nombra como ciudad fue firmada por Felipe II hasta 1575, así como el título de Muy Noble y Muy Leal. Y el año anterior le había reconocido el escudo de armas. Hoy pueden parecer tonterías, pero en el orden legal de esa época tenía mucho sentido.
Pero antes del título de ciudad sí que pasaron cosas.

Desde 1533 hasta 1542 Cartagena tuvo un desabastecimiento bárbaro. No había alimentos para la gente española que está viviendo en el caserío inicial. Los indígenas, por su parte, se resistían a trabajar para ellos. Hay que entender que por estar rodeada de cuerpos salinos de agua, no había lugares para sembrar. Los lugares más fértiles estaban en Santa Rosa o en Turbaco, bastante alejados del núcleo fundacional. Se estaba trayendo mucho oro de las expediciones hacia tierra adentro pero no tenían qué comer. Pedro de Heredia, el fundador, envió informes diciendo que sus hombres estaban muriendo de hambre y abandonando la población.

Resulta que en las primeras capitulaciones a Heredia en España no le autorizaron la figura de la Encomienda. Por lo tanto no podía desarrollar procesos económicos con la tierra o con los indígenas que la habitaban, quienes eran considerados súbditos de la Corona. En 1542 Heredia recibe en España las nuevas capitulaciones, que incluían la Encomienda. Fue cuando comenzó el desarrollo pre-económico que ésta permitía. Entonces los territorios se empezaron a dividir por caballerías, que era una medida de terreno en la Colonia. Todos los indígenas que estuviesen dentro cada caballería trabajaban para el respectivo señor encomendero. Así se comenzaron a constituir poblaciones alrededor de los centros de producción.

La profesora Carmen Gómez Pérez, explica en Los beneméritos de la tierra la forma como los primeros conquistadores se repartieron el territorio. La hueste de Heredia se apoderó de las tierras más fértiles de la naciente ciudad-puerto. Para el caso de Tierrabomba su primer propietario fue el conquistador Diego León y para el caso de Barú, el esposo de una sobrina de Heredia. Cuando se autorizó la actividad económica bajo la figura de la encomienda ellos tuvieron doble participación: como conquistadores y como encomenderos. Barú y Tierrabomba serían de las tierras más explotadas bajo esa figura en las cercanías del núcleo fundacional.

Cartagena en esos tiempos tenía una población de quinientas o seiscientas personas. La profesora Carmen Borrego Plá ha dicho que en 1542 Cartagena era una ciudad que estaba buscando la prosperidad. Se estaban moviendo las mercancías del Caribe, el oro que salía de Antioquia y de nuestra región y muy pronto iban a llegar las flotas de tierra firme para sacar por aquí toda la plata que venía del Perú en una ruta por Panamá. Eso tiene un año clave: 1545, cuando los españoles empezaron a explotar Cerro Rico, en Potosí, que entonces hacía parte del virreinato de Perú.

La plata del Perú se convirtió en la moneda mundial. Todo ese metal debía hacer un recorrido por diferentes puertos antes de llegar a España y Cartagena se convirtió en uno de esos puertos clave. El incipiente capitalismo mundial se estaba gestando en el Caribe. Ese desarrollo geopolítico marcó el desarrollo tanto de la naciente ciudad, como de la bahía y los pueblos y centros de producción asentados a su alrededor, como los de Barú y Tierrabomba.

Una piedra noble

Había mucha gente mudándose a Cartagena: los galeones y el comercio eran como imanes. Esa nueva población necesitaba casas donde vivir. Y estás tenían que hacerse en materiales duraderos, cumpliendo una ordenanza de 1550. La piedra carbonatada se puso en el primer lugar de la lista. ¿Y dónde la había? Su abundancia marcó el desarrollo inicial de Barú y pocas décadas después, de Tierrabomba.

Las primeras canteras se abrieron en lo que hoy conocemos como Albornoz. Aún se puede ver su huella por los lados de El Bosque; es como si las montañas cercanas estuvieran rebanadas. Luego, bastante pronto, vinieron las canteras de Barú, de donde provenían no solo las piedras, sino también la cal y los ladrillos.

Para fabricar cal y ladrillos se necesita una cantera con mucha piedra carbonatada y de la mejor contextura. Cartagena y sus cercanías, como Tierrabomba y Barú, son formaciones geológicas de millones de corales muertos. Los españoles la identificaron pronto. Era perfecta para sus propósitos: esa piedra da una buena contextura para hacer la cal que va a terminar pegando las piedras y también había allí buena contextura de tierra para hacer ladrillos y las tejas. El desarrollo urbano de la Cartagena colonial tuvo una deuda grande con estos territorios.

Esa nueva actividad económica era tan importante que una ordenanza de 1555, dice “Llámense a los señores de los hornos”, es decir los maestros especializados. La ordenanza los obligaba a privilegiar el abasto de sus materiales para las casas de Cartagena. Se hizo así porque había otros territorios que se estaban conformando, como Turbaco o Mompox, que también estaban exigiendo materiales. La noción de una Cartagena amplia, con un entramado territorial más allá de la ciudad amurallada se había puesto en marcha.

Una casita en un mapa

Pero además estaba la fertilidad de Barú. Dicen los padrones de ese tiempo que las tierras más fértiles eran las que estaban cerca de agua dulce. Barú lo estaba por su cercanía con el canal del Dique. La rectificación del canal fue una de las más grandes obras durante Colonia, pero esa irrigación de agua siempre ha llegado para allá como fenómeno natural. Por esa razón en Barú hay más vegetación, animales incluso de cacería y agua dulce. Barú era un pedazo de tierra firme y fértil, que producía una cantidad enorme de comida.

Pero el rol de suministrar comida para la ciudad lo tomaron de manera más clara poblaciones como Santa Rosa y Turbaco. Lo que sí tengo referenciado -por una investigación que hice de mercedes notariales entre 1540 y 1545- es que había mucha venta de cocos. Eran de los elementos que más producían Tierrabomba y Barú y era un producto de primera necesidad para hacer jabones, aceites para velas y cocina, entre muchos otros usos.

Tengo una teoría basada en la manera como se elaboraban entonces los mapas. En el primer plano de Cartagena, de 1571, que está en la colección Muñoz, se minimiza a Tierrabomba, pero sí señala una casita en Barú y le escribe el nombre de Cocón, uno de los grandes hornos que tenemos y que fue una pequeña parte de la tribu de los Bajaire. Minimizar el tamaño de Tierrabomba significaba que ahí no estaba pasando nada comercialmente, que es de lo que más les interesaba. Pero si pones una casita y unos palos de coco es porque hay desarrollo económico. Uno no señala en un mapa nada que no le interese.

Todo esto quiere decir a su vez que el desarrollo económico colonial de Barú fue bastante anterior que el de Tierrabomba. En 1616 o 1617 cuando se decide hacer en la punta de Tierrabomba la plataforma de Santangel, se necesitaba un campamento para desarrollar la fortificación y es cuando se elige a esta isla como cantera. Y ahí comienza otra punta de esta historia.

Continúa en la próxima edición:
Tierrabomba surge en el escenario colonial
La madre África se toma el territorio

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La Barulera

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